Nuestro día comenzó a las 4 de la mañana con un delicioso café. Con mochila en mano, nos alistamos y salimos a nuestro destino: dos días en Playa Frontón, Samaná. Nos reunimos con el grupo a las 5:30 am y optamos por la modalidad de backpacking. Éramos 15 personas, una mezcla de viejos conocidos y nuevos amigos. Hicimos una parada para desayunar y luego continuamos nuestro viaje.
Al llegar a Samaná, nos detuvimos en el malecón para tomar las tradicionales fotos en las coloridas casitas. Nuestra segunda parada fue en La Hondonada, Las Galeras, un impresionante acantilado que forma un puente natural sobre el mar, creando una piscina natural. Aunque no es apta para bañarse debido al fuerte oleaje y la profundidad, es un lugar perfecto para capturar fotos espectaculares. Para llegar, solo necesitas buscarlo en el GPS.
Accedimos por un terreno privado, caminamos unos minutos sobre terreno llano y fuimos recompensados con una vista espectacular. Después de varias fotos, continuamos el viaje. El último tramo de la carretera requiere precaución debido a su mal estado, pero sabrás que has llegado cuando veas las minas de mármol. Nos preparamos con nuestras mochilas y comenzamos el sendero bajo una ligera lluvia.
Antes de adentrarnos en la selva, encontramos la llamada Boca del Diablo, un respiradero natural en los acantilados donde el mar choca y emite agua y aire. Desde allí, el camino hacia Playa Frontón es plano, bordeando el mar y rodeado de cocoteros y palmas. El sendero, de unos 5 km, es mayormente de tierra con algunas plataformas rocosas que sirven como escalones. Aunque la ruta es considerada fácil, es importante estar en buena condición física.
El sendero está bien marcado con carteles informativos sobre plantas y la distancia restante, lo cual puede ser alentador o desalentador dependiendo de tu estado físico. En mi caso, cada cartel me recordaba lo mucho que faltaba, lo que me hizo sentir más cansada, ¡jajaja!
Finalmente, llegamos al campamento. El lugar es hermoso y tranquilo. Rápidamente armé mi casa de campaña, comí algo y comencé a explorar el área. Conocí a los demás miembros del grupo y nos dimos un chapuzón en el agua. En el lugar había un pequeño restaurante atendido por dos personas, que ofrecían pescado frito y otras delicias, aunque no hay electricidad ni servicios.
Al caer la noche, armamos una fogata, pero comenzó a llover, así que nos fuimos a dormir. Nota importante: no pongas tu tienda de campaña debajo de una mata de coco, ¡jajaja!
A la mañana siguiente, disfrutamos de un majestuoso amanecer, hicimos el desayuno y compartimos historias en la arena. Luego, recogimos todo y comenzamos el regreso, recordando siempre llevarnos nuestra basura para mantener el lugar limpio.
De regreso, paramos a almorzar en Samaná antes de volver a Santo Domingo. Considero que esta aventura es apta para adultos y niños (bajo la consideración de los padres). Puedes hacer la ruta a pie o en lancha. Lleva todo lo necesario porque es un lugar virgen, sin comodidades. Recuerda llevar suficiente agua, comida, protector solar, repelente, ropa deportiva y calzado adecuado. Informa siempre a algún familiar sobre tu ubicación.
Sin lugar a duda, es una experiencia que me gustaría repetir.